Marruecos: Extensión de la autorización de desplazamiento en un trasfondo de corrupción

"Nos exige 500 DH. Mientras tanto, mi mujer está enferma sola en Azrou y no puedo hacer nada", declara a Hespress Z.K, comerciante en la metrópoli. Acudió a un caíd para solicitar una autorización de desplazamiento. Lamenta que el caíd que le conoce muy bien se porta de tal modo.

“Tuve que dejar de trabajar durante el periodo del confinamiento y solo he reanudado hace poco. Ahora, no puedo hacer nada”, lamenta. “Tengo muchos amigos que llegan a hacerse extender una autorización para pasar sus vacaciones solo con una simple llamada o con sobornos”, deja entender.

En Tánger, una arquitecta de la metrópoli vivió la misma situación. Un agente de autoridad dice “café”, lo que significa “pasar a la caja”. La arquitecta finge no entender. El agente insiste. Le incordia a ella. “Cómo se llega a desarrollar un país si es que nosotros mismos contribuimos a su fracaso, se indigna. Para mí, sobornar a un agente de autoridad, es confirmarle mi consentimiento en el incumplimiento de su responsabilidad. Lo que le llevará a hacer de nuevo lo mismo más y más”.

Asegura no haber sobornado a nadie. Mejor aún, si incurre en una falta, dice que la asumirá sin sobornos. “Si tengo derecho a un servicio público gratis, actúo de tal modo que lo pueda tener. Pero nunca proporcionaré dinero, a pesar de que mis amigos no dejan de repetir que así es como funciona el país”.